Una de las problemáticas en el mundo junto al de la polución es el del espacio
propio y la Argentina no está al
margen de ello. Ya en 1996 se estimaba que unos 500 millones de personas en todo el mundo vivían
en asentamientos; por causas tan dispares como complejas, desde conflictos bélicos a crisis
económicas. En el año 2005 el
periódico la vanguardia de Cuba estimo
que en el año 2025 habría unos 3000 millones de personas en el mundo habitando
aéreas urbanas y en malas condiciones,
una proyección lógica si analizamos el
sostenido crecimiento poblacional.
En nuestro
país, que afortunadamente no conoce aun las terribles secuelas de una guerra civil, o la lucha entre carteles, los
desmanes económicos agravaron este fenómeno
y es así que en los últimos años se ha intensificado la toma de lugares deshabitados,
en algunos casos con serios incidentes,
en otros generando conflictos entre “ viejos y nuevos vecinos”.
En el año 2006 en la Ciudad de Quilmes, conurbano bonaerense, se constituye uno de
estos barrios llamado “La arboleda” un asentamiento que en sus
inicios estaba compuesto de unas 80
familias, cuatro años
después, en el año 2011, el
barrio se amplía hasta llegar a alcanzar las
200 familias.
Con un índice del 80% de desempleo y necesidades básicas inexistentes muchos de estos lugares son foco de contagio de todo tipo de enfermedades que afecta a los más vulnerables: los niños. La población infantil
que allí habita es sin lugar a dudas un grupo de riesgo, un grupo con un futuro
incierto en una sociedad que no sabe cómo tratar la problemática y en muchos
casos carecer de las herramientas
necesarias para hacer más fácil la integración de los habitantes de estos nuevos barrios.
Cuando en nuestra realidad diaria el tema de la inseguridad se ha
instalado como algo cotidiano, y que la respuesta de los ciudadanos es que solamente se la puede combatir con más
seguridad surgen paradigmas como estos: Lujan y Francisco, un matrimonio de
menos de 30 años de edad que en forma
independiente manejan un comedor infantil que
según los meses de año llega a
alimentar a casi 100 niños, un comedor
que además de paliar las necesidades de alimentos, trata de satisfacer otras
necesidades, las del alma, mediante la búsqueda
de actividades para los mas pequeños.
Es así
que junto a este matrimonio y como parte de las actividades culturales
impulsadas por el municipio de Quilmes,
dos jóvenes hermanos, Xuxy y Mato de Saltimbanki percusión, dan una
vez a la semana talleres de percusión;
de esta manera, allí, cada 7 días se mezclan los sonidos de
bombos y redoblantes de dos músicos con los de varios niños que vislumbran
una posibilidad de integración a través
del medio de comunicación universal:
La música
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